TODOS LOS DESTINOS SON IGUALES...
Pero algunos "más iguales que otros", como diría George Orwell. Para gustos los colores, pero yo no cambiaría por nada las playas del Litoral Norte paulista. Y muy especialmente la joya de la corona, Paraty. Esta es una ciudad colonial muy bien preservada, en una Bahia muy tranquila en la que también hay unas pequeñas islas de cuento. En este sitio se respira historia, es el final de la ruta del oro, por donde se embarcaba el metal para Portugal.
Pero Paraty el tesoro esta hoy en día en el mar. Por muy poco dinero se puede alquilar un barquito para que te lleven a algunas de las islitas que hay frente a la ciudad. En ese momento, tumbado en la cubierta del barco, dejando que el sol me quemara como es debido, abriendo los ojos solo para ver pasar algún velero o alguna isla paradisiaca... Sabía que todas esas malditas pruebas, presentaciones, powepoints, reuniones en grupo, exámenes surrealistas... había merecido la pena.
Nos llevaron primero a una islita frente a la cual se podía bucear con snorkel y ver un montón de pececillos. Todos eran iguales, con rayas amarillas, blancas y negras. No es que fuera impresionante, comparado con otros sitios para bucear en Brasil... Pero para mi es algo totalmente nuevo. Es una maravilla nadar en esas aguas cristalinas, de un verde turquesa casi artificial.
Después nos llevaron a otra isla que era poco más que una roca, ocupada casi toda por un bar y la casa del que será probablemente el propietario de un bar menos estresado del mundo, imaginate lo que es vivir aqui... El nado nos dio hambre y fuimos a reponer fuerzas con un poco de pescadito en otro bar en una isla.
Los días siguientes los pasamos paseando por la ciudad y yendo a conocer las playas cercanas. Muy mítica la de Trindade. Este pueblecito surfero está bastante aislado y se llega a el por una carretera de cabras. Muy guay cuando vas en reserva. Casí estábamos jugando a los chinos quien iria andando hasta la gasolinera más próxima. El viaje mereció la pena, Trindade nos encantó, es un sitio muy muy hippie. Una especie de colonia de fumetas. Por allí se puede llegar a unas piscinas naturales después de atravesar por medio de la selva. El camino era casi una aventura en sí mismo y además estaba llena d hormigas, por suerte demasiado ajetradas como para preocupearse por ti. Una vez allí... las vistas merecen la pena! :-P
Barbacoas, visitas a más islas, mucho relax y pasó este estupendo puente de relax total. De vuelta a casa nos topamos con un atasco que pensamos que llegaba hasta Sao Paulo. Solución: Esta clara, aparcar y tumbarse en la playa a disfrutar del atardecer hasta que pasara el chaparrón.