Brasil Me Mata

Friday, October 26, 2007

Brasil(ia) me mata (de verdad) o “Nunca digas Nunca Jamás” o Como aprendi a odiar a Oscar Nimayer

Madrid, Septiembre de 2007. "Con tomate – dije – me las voy a comer con tomate". Me refería al mítico artículo sobre Brasilia que escribí hace tiempo y que Nacho, amablemente, me había traído impreso. Tal y como decía la peli, nunca digas nunca jamás. Incluso aunque se trate de volver a una ciudad como Brasilia. Jamás puede transformarse en una
cantidad irrisoria de tiempo, en mi caso, apenas 18 mese
s.


Las dos cosas más importantes de brasilia: El coche...








... y el coche!

Así que aquí estoy de nuevo, en la ciudad en forma de avión, pájaro o pesada cruz, según se quiera ver. En mi defensa diré que he venido en pos de un trabajo en el área en la que
siempre quise trabajar, el desarrollo económico. Esta vez, además, vengo resabiado de la última y pienso aplicar todo ese “know – how” en hacer un
poco más llevadera la vida en una ciudad tan difícil.



Vivir frente a la rodoferroviaria...









... una vida dificil.

De hecho, al poco de llegar, el puente de la Hispanidad, nos dejó el tiempo suficiente como para salir a conocer un poco los maravillosos alrededores de Brasilia. Las opciones no son muchas, y al final escogimos ir a Pirenópolis, que es una ciudad histórica rodeada de una zona natural con muchas cataratas.




Easy rider

Partimos desde la Terminal rodoferroviaria, que como sucede en todo el mundo es uno de los sitios más truculentos de cada ciudad brasileña. Eso me hizo pensar… Cuanto tiempo tardarán en robarme la cámara haciendo fotos en sitios como este? Mi apuesta son 3 meses, quien juega?

Goias

Desde allí atravesamos el desolado territorio de Goias, con sus llanuras hasta donde alcanza la vista, sus campos
calcinados por los rastrojos quemados y sus procesiones de vaqueros montados en sus jacos. La verdad que se tiene la sensación
absoluta de estar en una especie de Mid-West a la brasileña, un sitio en el que te sientes muy muy lejos de la costa, del mar, vamos de la civilización, hay todavía un espíritu de frontera aquí.









Una vez en Pirenópolis, nuestra primer encuentro con la
naturaleza no fue en las cataratas, si no en la casa que un amigo nos prestó, pues estaba todavía en obras y por no tener no tenía ni las ventanas. Eso sí, el dormir con los mosquitos nos iba a ahorrar unos buenos euros, porque la ciudad estaba atestada de domingueros como nosotros. Enseguida fuimos a las cataratas, y la verdad que me sorprendieron gratamente, había sitios muy bonitos y las lagunas eran tan profundas que daba como para saltar desde algún risco.

"No salte", demasiado tentador si se es español









Al día siguiente, más cataratas y un el descubrimiento gastronómico del viaje: Los Empadões goianos! Ya había conocido las pamonhas, pasta de maiz cocida en la propia hoja de la planta, pero lo de las empanadas fue todo un éxito (por lo menos entre los chicos). Estaban riquísimas, era como meter un guiso de patatas con carne dentro de una empanada gallega. Mmmmm.








Los empadões no se hacen solos

El último día iba a ser supuestamente tranquilo, simplemente volver a casa, pero este día lo empezamos saltando una valla para entrar a un gran salto de agua que era privado, y lo acabamos tomando caldo de caña de azucar en el chamizo que un chileno tenía con su familia en la carretera hacía Brasilia. Cosas que pasan.




En fin, fue una primera toma de contacto con un mundo en parte nuevo para mi. Este Brasil no se parece en mucho al que estamos acostumbrados a ver en la tarjeta postal, si no que tiene mucho más en común con cualquier sitio de interior de otras partes del mundo. Goias es el estado de los grandes terratenientes, de los pastos interminables, de los grandes agronegocios. Goias era aquella frontera lejana hasta que Brasilia se instaló en el Planalto Central. Ahora de repente, irrumpen por sus tierras en busca de un poco de distracción gentes que de otra forma jamás hubieran pisado sus tierras: Senadores, extranjeros, empresarios del lejano São Paulo…